28 ene 2008

Un pobre empate para el Barça

Especular tiene esas cosas. Te crees que lo tienes todo controlado, que la victoria está en el saco, y de la nada se te queda una cara de tonto inexplicable como le ocurrió ayer al Barcelona, que en diez minutos de torrija tremenda se dejó empatar por un voluntarioso Athletic y puede dar gracias ya que el partido murió en el área de Valdés. Pitó Undiano Mallenco el final y ahí, a tenor de las caras de los Puyol y compañía, se esfumaron muchas de las esperanzas que tiene hipotecadas el equipo catalán en la Liga. Podrá pinchar el Madrid, pero los de Rijkaard demuestran ser tan irregulares que nadie confía en una reacción heroica para llegar a la cumbre.

Después de la esperanzadora noche de Copa Villarreal, uno esperaba mucho más del Barça. Se jugó de forma muy digna en El Madrigal, pero no tuvo continuidad en San Mamés, sólo ráfagas sin resultados positivos. Hubo espíritu y buenas intenciones de salida, combinado con garra y oficio, pero le faltó fútbol especialmente en la primera mitad y en el tramo final del choque, tan poco vistoso como desagradecido para el aficionado.

Con escasas llegadas y menos ocasiones, lo raro fue que hubiese un gol en el primer acto, pues sólo se contabilizan dos opciones claras, una por barba. Sin tener nada del otro mundo, y habiendo perdido La Catedral aquella esencia que hacía de la visita a Bilbao una auténtica tortura para cualquier equipo, el Athletic le puso más nervio en el arranque y no es descabellado afirmar que se jugó más al antojo de los rojiblancos que de los azulgrana. Completamente atascado en la creación, el Barça se cansó de pase horizontal y basta decir que Puyol y Thuram, pareja de centrales ante la lesión de Márquez y el descanso de Milito, fueron los que más tocaron el balón.

A la vista está que ni el capitán ni el veterano francés son portentos a la hora de sacar al equipo desde atrás y tampoco ofrecen las mismas garantías defendiendo.

La pelota rodaba siempre en campo del Barcelona y ahí actuó bien el Athletic, que impedía que llegase a la zona de creación compuesta esta vez por los tres menudos. Sólo Iniesta se salía del guión y muy de vez en cuando conectaba con la línea más avanzada, en la que Messi asumía los galones ante la ausencia de un nulo Henry, pese a recibir el argentino siempre muy lejos del área local. Y así es muy difícil. De hecho, el tanto de Bojan -de toque exquisito- llegó en una jugada aislada después de la más clara oportunidad vasca, un remate de Aduriz que se perdió por encima de la meta de Valdés.

Y le tocó al Barça defender ese golito. No está para muchas florituras y dio por sentado que el Athletic, que había perdido empuje, sería incapaz de buscarle las cosquillas. El cuadro azulgrana controló bien por momentos aunque decidió contemporizar, jugar a verlas venir sin la más mínima intención de sentenciar. Y lo pagó, lo pagó carísimo con el tanto del empate en una internada por banda izquierda de Garmendia que se resolvió entre Llorente y Thuram. Un punto que sirve de poco para el Barça.


No hay comentarios:

Publicar un comentario