12 mar 2008

El Mallorca se desaoga contra el Recreativo


Parece imposible que en un fútbol tan profesionalizado como el actual se puedan ver resultados tan abultados. La mayoría de partidos apenas tienen jugadas para grabar, pero algunos equipos están dispuestos a salir de la tónica habitual. Ya lo hizo el Real Madrid ante el Valladolid (7-0) y ayer el Mallorca estuvo a punto de igualarle. Le faltó un gol, o le sobró el del Recre. Y es que los baleares, al ritmo de Arango y Güiza, destrozaron a un rival desdibujado que sigue en descenso.

Pero seguro que en Huelva, como diría algún que otro entrenador, prefieren perder un partido por siete que siete por uno. Es lo que tiene el fútbol, sobre todo cuando algunos tipos con clase, léase Ibagaza, Güiza o el propio Arango, se proponen dar espectáculo. Aunque también les deben gran parte de su mérito al paupérrimo encuentro de la zaga albiazul. Y si no vean cómo llegaron algunos de los goles...

El partido parecía (demasiado) tranquilo, hasta que Güiza se inventó una jugada que acabó en gol de Arango. El venezolano remató casi en línea de meta sin que ningún defensa le viera. Como un auténtico nueve. Ese tanto espoleó al Mallorca y acto seguido Güiza no faltó a su cita con el Recre. Tras un córner, se revolvió ante la mirada de Martins y mandó el balón a la escuadra. Dos puñales en tres minutos que fulminaron al equipo de Zambrano.

Ahí no acabó la fiesta balear, ni tampoco la desidia onubense. Poco después, el jerezano se plantó ante Sorrentino y no falló. 3-0 en tres llegadas... y el 4-0 en el cuarto acercamiento al área albiazul. Ahora le tocó a Valero, tras un gran pase de Güiza.

El Recre no sabía dónde estaba, desaparecido por completo, y sólo Ruben mantenía el tipo. El argentino acortó distancias poco antes de que Valero repitiera y situara el 5-1 en el marcador. Todo eso en 45 minutos, pero fue a más. Tras el descanso, continuó la empanada onubense. Arango, por dos veces, y como Pedro por su casa, cerró el marcador.

Todo lo demás fue observar cómo el Recre quería y no podía, y cómo los aficionados del Ono Estadi no daban crédito a lo que veían sus ojos. La victoria les aleja del peligro, del que no sale el Recre.

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