4 oct 2008

La Champions llegó al Vicente Calderón con victoria


El Atlético dio un paso muy importante hacia los octavos de final en el regreso de la Champions al Vicente Calderón once años después. Los hinchas rojiblancos esperaban otra noche gloriosa, pero las bajas de su equipo no invitaban a la euforia. Sin embargo, cuando tienes en tus filas a un jugador llamado a ser un grande del balompié, las cosas son más fáciles. Ni la sobrecarga en los abductores ni el cansancio impidieron que el 'Kun' deleitase a sus incondicionales y encaminase el segundo triunfo atlético en la máxima competición continental, con liderato de grupo incluido. Los de Aguirre afrontarán el doble enfrentamiento con el 'coco' del grupo, el Liverpool, en las mejores condiciones.

Pronto se puso de cara el choque. Pese un titubeante inicio, Maxi encontró al 'Kun' con un pase de treinta metros que el argentino acomodó en su guante para matar el balón a sus pies, sentar a los dos centrales y colocarla a un lado de un desesperado Mandanda. El Calderón se rendía ante su ídolo, que dedicaba el tanto a Lionel, futuro proyecto de crack con un padre estrella y un abuelo leyenda del fútbol.


El Olympique acusó el golpe y el Atlético tuvo unos minutos para sentenciar el encuentro, pero Agüero se topó con Mandanda en un mano a mano y Raúl García cabeceó un par de centímetros fuera. El Calderón disfrutaba, pero pronto se dio cuenta de que no hay triunfo sin sufrimiento y un cabezazo de Niang le devolvió a la realidad. Pernía no tapó bien su espalda y Bonnart le puso un centro medido al ariete para que ajusticiara a Leo Franco. Los radicales del Marsella, que la habían liado en los prolegómenos, celebraban el empate.


Pero el partido estaba loco y el Atlético no estaba dispuesto a tirar por la borda su goleada de Eindhoven. En una jugada de estrategia, Raúl García encontró premio a sus numerosas llegadas al área marsellesa. Pernía puso en juego en el área una falta cometida sobre Agüero, al que dieron estopa a granel, y el navarro emergió para desviar con la bota el balón al segundo palo, sin que Mandanda pudiera evitar el tanto.


A partir de ahí el Atlético cedió terreno y permitió que el Olympique se hiciera con el mando, esperando matar el choque en una contra. Leo Franco tuvo que evitar el golazo de Niang, el mejor de los visitantes, volando y sacando una gran mano. Los rojiblancos respondieron con una internada de Pernía que no encontró rematador en boca de gol.


La reanudación no trajo un cambio de escenario. Gerets realizó cambios en busca del empate, mientras Aguirre contenía el juego rival con un centro del campo sobresaliente. Raúl García y Paulo Assunçao hicieron un partido sin apenas grietas y Maxi volvió por sus fueros ayudando mucho en defensa y ataque. Además pudo lograr el gol de la temporada con un taconazo espectacular que superó a Mandanda, pero salió rozando el palo.


Sin embargo, con el paso de los minutos y los cambios de Aguirre, que retiró a Sinama para fortalecer el centro del campo con Maniche, recibido con una ovación por forzar su lesión para estar presente en este encuentro, el dominio marsellés fue total. Agüero permanecía como una isla y, aunque dio algún susto, ya no llevaba el peligro suficiente como para que el Olympique cediera en su empuje. A pesar de que Heitinga y Ujfalusi estuvieron espléndidos, la entrada de Zenden, que volvió loco a Perea en la banda, y los recursos de Niang provocaron un par de ocasiones que pusieron el corazón en un puño a los hinchas rojiblancos. En especial un control con el pecho con disparo posterior del delantero marsellés que salió lamiendo el palo y provocó el susto de la noche.


El pitido final de un blando Ovrebo se recibió con una ovación de lujo. Seis puntos de seis en su regreso a la Champions es un motivo más que suficiente para mirar con optimismo el futuro, aunque en el horizonte aparezcan Barcelona, Liverpool, por partida doble, Real Madrid y Villarreal.


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