8 mar 2009

Al final, el león se comió al Sevilla

ABC - El Athletic vuelve a una final casi cinco lustros después tras superar de la cabeza al rabo a un Sevilla anoche sin identidad y falta de reacción al que le pudo la presión inicial y que cuando quiso recomponer su figura ya perdía por 3-0. El conjunto de Caparrós puso más garra, intensidad y fútbol y encontró el justo premio de los goles que le dio el visado para estar el 13 de mayo en Mestalla disputando ante el Barcelona, con todo merecimiento, el título de la Copa del Rey.

Todo comenzó a torcerse muy pronto. El Athletic, enfebrecido por su hinchada, necesitó muy poco para ponerse por delante del marcador y situar un pie en la final. El primer balón colgado sobre el área en un saque de banda fue prolongado por Llorente antes de que el entramado defensivo del Sevilla le diera a Javi Martínez dos oportunidades para que fusilara a Palop. En la segunda, dentro del área pequeña, el mediocentro del Athletic acertó. Fue sólo el principio de la constatación de que un equipo iba al doscientos por cien y de que al otro le podía la presión y no sabía darle al choque lo que éste requería. En un lado había anticipación, garra e ideas claras; y en el otro precipitación, desorden y nervios. Las consecuencias negativas para los de Jiménez cayeron como fruta madura.

El 2-0 bien pudo llegar en un remate de Orbaiz que salvó con los pies Palop o en un testarazo llegando desde atrás de Javi Martínez que se fue alto. Pero la gloria estaba reservada para ese «león» al que Del Nido había espoleado en la víspera diciendo que no era fuente de preocupación para él. Sí lo era para la defensa de su equipo, que no supo anticiparse a Llorente en el remate de cabeza que le sirvió Yeste para que ampliara la ventaja. Pero como éstas eran notables en el primer tiempo a nadie pudo extrañarle que la diferencia en el marcador se ampliase antes del descanso. El 3-0 fue un regalo más de la defensa sevillista y en concreto de David Prieto, que se enredó con el balón en una zona altamente peligrosa y propició el robo de Llorente para que el ídolo y referente máximo de este Athletic de Caparrós habilitase a Toquero.

El tosco delantero vasco no perdonó esta vez, como había hecho el sábado en situación más propicia aún, y cruzó a la red ante la salida desesperada de Palop. En dos minutos, los que van del 34 al 36, el Athletic había puesto tierra de por medio y obligaba al Sevilla a hacer dos goles para estar en la final de Valencia. Entre el segundo y tercer gol Jiménez había intentado recomponer las cosas quitando de en medio a un desafortunado Fazio y metiendo en el campo a Luis Fabiano, con lo que Renato retrasaba su posición. El «plan anti-Llorente» había fracasado en toda regla y había que pasar a un plan B a la desesperada. Pero de ahí al descanso no se vieron visos de que el partido cambiara de signo. El Athletic se encontraba comodísimo replegado atrás y chocando con todo para desesperación sevillista, pues ya no tiene jugadores que se sepan manejar la situación cuando el partido se ensucia. La triste realidad es que el tercero de la Liga sólo consiguió tirar una vez a puerta en el primer tiempo (m. 40) y el balón lejano de Navas fue a las manos de Iraizoz. En el descanso Jiménez mueve otra pieza al retirar al «invisible» Adriano y meter a Capel. El campo no estaba para el juego del almeriense, pero algo habría que hacer para tratar de que el Sevilla abandonase el encefalograma plano del primer tiempo.

Pero hasta la hora de juego no hubo muestra alguna de reactivación. Un remate de chilena de Renato desviado por Ocio fue al menos una media ocasión que reseñar. Poca cosa para la distancia que había en el marcador y las urgencias a las que se veía ya obligado el equipo. El Athletic no sólo jugaba a favor de querencia, con un público embravecido por los cinco lustros de sequía de finales y títulos, sino que iba encontrando en el terreno de juego cada vez más pesado, un aliado ideal para jugar a la defensiva. Con todo a favor, tampoco iba a ser Mejuto el que viniera a ponerle peros ni obstáculos a la justa y clara victoria del equipo del presidente de la Federación Española. Por eso no se arriesgo siquiera a pitar penalti en una carga alegal sobre Squillaci dentro del área a siete minutos del 90. Poco antes el francés también rozó el gol en un remate ajustado al palo.

Pero el Athletic se defendió con orden y no dio opción a sustos finales. Nada que objetar al 3-0 final que premió al que más puso (juego, garra, fútbol y goles) sobre el terreno de juego. La frase osada de Del Nido en la víspera fue considerada como bravuconada gratuita por los seguidores del Athletic que no cesaron de recordársela de manera hiriente y ofensiva durante todo el partido. El león se creció con ella y acabó merendándose a un Sevilla que anoche no tuvo ni melena que lucir y acabó yéndose de la Copa con el rabo entre las piernas.

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