18 nov 2007

España 3-0 Suecia

Fue algo así como el día de Cataluña en el Bernabéu. ¡Qué risa y qué fútbol! A los catorce minutos, Xavi sacó un córner, lo peinó Cesc entre los tallos suecos y Capdevila lo pasaportó a la red con su pierna mala, la derecha. Xavi es de Terrassa; Cesc, de Arenys de Mar, y el goleador, de Tárrega, ese Capdevila que estuvo en los tres goles y que se ha adueñado de uno de los puestos más discutidos del equipo: el lateral zurdo. Tres catalanes pusieron patas arriba el Bernabéu, que llegó al éxtasis cuando entre Xavi y Capdevila se la pusieron a Iniesta para el 2-0. ¡El gran hombre de Albacete apareció para recordarnos que Castilla-La Mancha también existe! Bueno, con lo que a él le queda de fútbol existirá por los siglos de los siglos. Porque si echábamos de menos un líder, ahí está él, el Príncipe Andrés de Fuentealbilla. ¡Qué baile, qué fútbol!

Total, que pese a lo mucho que ha llovido a lo largo de esta fase de clasificación, a España le sobró una jornada para asegurarse su presencia en la fase final de Austria-Suiza, en junio de 2008. Y lo hizo con un baile a Suecia de los que hacen época en unos primeros 45 minutos de puro arte, hasta el punto que el Bernabéu regaló ¡olés! a mansalva al equipo de Luis. Asumido ya que el estilo de este grupo de futbolistas es el tiqui-taca en su versión más pura, está permitido soñar. Si el Mundial nos dejó un sabor agridulce, pero la certeza de que la apuesta por los pequeños era la buena, este 'rush' final de clasificación para el Europeo confirma que hay futbolistas y todo pinta que va a haber resultados. El primero en convencerse es Luis, o sea el más importante. Aquella derrota ante Francia (3-1) sin Albelda le convenció de que jamás jugaría sin Albelda, lo que le llevó a un cierto extravío. Afortunadamente duró poco: puede jugar Albelda, cómo no, pero rodeado de los que son y est técnicamente, la mejor Selección española en muchísimo tiempo.

Porque delante estuvo Suecia, que sí, viste de amarillo, pero no es Brasil, vale. Pero tampoco Letonia y así. Era Suecia, líder del grupo hasta ayer, y ojito porque el 3-0 y la victoria de Irlanda sobre los daneses la deja pendiente de la última jornada: si le gana a Letonia, clasifica. Pero si perdiera e Irlanda nos ganara en Las Palmas, los clasificados serían el increíble Healy y los suyos. No pudo aspirar a nada más el equipo sueco anoche porque cuando hubo que establecer diferencias, de entrada, España las marcó de manera abismal. No, no hay selecciones con futbolistas como los que pueblan el centro del campo español, que además de un juego mayestático han inventado el fútbol-hipnosis: la tocan y la tocan tanto que el rival acaba adormeciéndose y entonces, ¡zás!, está perdido. Toque como se debe. Masticando, pero en vertical. Tocando, pero no en plan parabrisas, a un lado y al otro, sino con la intención y la vista puesta en el área rival. Le ha costado al equipo, a éste y a otros que le precedieron, pero ya por fin sí podemos decir que España tiene estilo. Y por muchos años.

Decía el seleccionador sueco la víspera que el segundo gol de España en Dinamarca era indefendible, aquella maravilla de toque y precisión que culminó Sergio Ramos. El segundo de ayer fue casi un calco. 45 toques en 47 segundos, ocho futbolistas en acción (todos menos Villa, Marchena y Cesc) y una definición galáctica de Iniesta mandando cerca de la escuadra, y con la derecha, el envío final de Capdevila. Fue el momento cumbre de la noche, el acabóse, el rugido de un estadio que vivió la definitiva reconciliación de la gente con su Selección. Seis goles a uno a Dinamarca y Suecia en dos partidos; un set memorable y un partido extraño para Casillas en su Bernabéu: la primera vez que intentaron tirarle a puerta corría el minuto 85. ¡Le parecería mentira!

Dos sistemas. Lo bordó España y con dos maneras de moverse sobre el campo, además. La primera, con el 4-2-3-1 que parece será el sistema nacional en adelante. Puestos a buscarle tres pies al gato, seguimos esperando la súper versión de Cesc, la del Arsenal, ese futbolista total que no ha alcanzado ese tono en la Roja. Pero colabora, claro, en el tejer y destejer de un equipo que lo tiene claro: tenga yo la pelota y corra el adversario. Tiene a su lado a dos devoradores del 'tempo' con tanta inteligencia como Xavi e Iniesta, más Silva, y eso parece cohibirle. Pero le da al equipo ese tono diferente. Le costará llegar al primer gol, pero todo es cuestión de pura paciencia. Porque ese control hipnótico le asegura al equipo escasos sustos atrás. El temido Ibrahimovic pasó por el Bernabéu sin pena ni gloria; en su consuelo estará la certeza de que no hay ariete en el mundo capaz de brillar si sus lanzadores se ven tan superados como les pasó ayer a Ljungberg y compañía. Tocando y tocando, España hizo dos goles en la primera mitad y Villa mandó un tiro de falta al poste. Todo entre una superioridad manifiesta, que nos hizo recordar otros ejemplos de partidos entre equipos en los que uno parecía un peso pesado y el otro, a lo sumo un welter.

Tras el descanso Luis quiso evitar riesgos a Villa e Iniesta. El Guaje, pues sale de una lesi Andrés, porque tiene un tobillo chunguillo. Eso le llevó a poner a Tamudo (cambio hombre por hombre con Villa) y a Joaquín, que se fue a su banda derecha y entonces jugó el equipo con dos extremos; él y Silva y luego Riera. No fue la segunda mitad el baile de la primera, pero la superioridad española continuó siendo manifiesta y la remachó el tercer tanto, de Sergio Ramos, que decidió hacerle la competencia a Capdevila. ¡Andalucía al poder, sí señor! Y ese detalle: dos de los tres goles fueron obra de nuestros laterales, demarcación fundamental en el fútbol moderno y más en esta apuesta española. Con mediocampistas que tienen tanto la pelota, que los laterales suban con generosidad es un arma añadida, un desahogo tremendo pensando, además, que tanto Villa como Tamudo son autónomos de sí mismos y prefieren jugar solos arriba, buscándose la vida que les llega desde atrás. ¿Qué pasará con Torres? Esa es una buena pregunta para cuando llegue la fase final: habrá que quitar un creador o el Niño chupará banquillo. ¡Ah! En las Palmas jugará Güiza, con lo que cobrará los 300.000 euros que pactó con el Mallorca que le darían si llegaba a la internacionalidad.

Fue, en fin, el partido soñado para una clasificación que se cantaba desde el 1-3 de Aarhus y mucho más: clasificar en estos grupos donde pasan los dos primeros es casi obligatorio; a la cita seria y final no faltará ninguno de los grandes de Europa. Otra cosa es cómo se clasifica uno. Rateando o a lo grande, como hizo España anoche. Lo que replantea el eterno debate entre juego y resultados. No le den más vueltas: el equipo que juega bien, tiene buenos resultados la inmensa mayoría de ocasiones. España empezó mal el torneo, pero se enderezó hasta brindar estos dos últimos partidos, uno fuera, otro en casa, que nos refuerzan lo evidente: cuando un equipo es capaz de imponer su personalidad y su estilo, lo de menos es el escenario. España se agiganta y esto ya es un clamor: ¡Opa, opa, opa, viva la Eurocopa!

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